La renovación ha llegado al PSOE. Ha llegado, y calentita. Nada importa que haya algunas viejas glorias, de las que llevan años en política y tienen el culo tan pegado al asiento como un chicle al suelo, ellos dicen que está, y está. Aunque no se vea, ni se sienta, ni se note, sabemos que está. Quizás el PSOE haya dejado de ser un partido político a ser una especie de religión estrambótica, porque creerse a Pedro Sánchez comienza a ser más un esfuerzo de fe que de criterio.
Lo cierto es que él tiene buena voluntad, él cree en la recuperación, cree en Tomás Gómez, cree en las primarias, y cree en los pactos de Estado, lo cual es de un talante y una claridad milimétrica. Quizás lo que no cuente “El país” es que, anteriormente, Sánchez había negado que hubiera recuperación hasta que la gente no viviera bien, su portavoz negaba simultáneamente la continuidad de los pactos con el PP que él afirmaba, y fulminó a dedazo a un candidato elegido en unas primarias (cerradas, claro), para poner a otro más afín a su gusto. Sí, señor. Y es que daría igual que Podemos mañana se declarara ETA, seguiría con la misma intención de voto mientras este señor sea secretario general de cualquier fuerza política del hemisferio norte. Sigue leyendo