Os hablaré de la tierra que me vio crecer, el pueblo que me dio ganas de cambiar el mundo, este es, Jaén.
No muy grande, pero, tampoco tan pequeño, entre cuestas y olivos vivimos los jiennenses, gentes que regalan hospitalidad, destilan cariño y dan gratos recuerdos a todos aquellos que vienen a Jaén. Dice un refrán: “A Jaén se entra y se sale, llorando”. Llorando entran, de la pena que les dió dejar su tierra y llorando salen, por el mismo motivo, pero esta vez con Jaén en el corazón.
Jaén, ese pueblo grande o ciudad pequeña, ese catetismo que sin ánimo de dañar, impide la apertura de las mentes, produciendo el quiero y no puedo.
Jaén, proviene del árabe, Xauen, que significa, cruce de caminos, eso es Jaén un cruce en el que se unen todos los defectos y virtudes de una ciudad y de un pueblo, sin aún decantarse por uno u otro modelo, debido a que todavía, los jienenses no han planteado sobre la mesa un proyecto de futuro para Jaén, ni en una, ni en otra dirección, es por eso que sigue siendo un cruce de caminos. Sigue leyendo