La Revolución Francesa y la justificación ideológica del racismo

Pese a que hoy en día la Revolución Francesa está considerada como el mayor acto de libertad en la historia de la humanidad, la misma tiene sus sombras, y no son pequeñas. Durante esta rebelión tuvo lugar, probablemente, la mayor justificación ideológica por parte de un grupo de intelectuales del racismo, la discriminación y la inferioridad del hombre negro. Algunos de los autores nombrados son Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Diderot… e incluso miembros de la propia Asamblea Nacional Francesa. Todos ellos se referían a la comunidad afroamericana como “animales”, “bestias de carga”, “burros” o “mulas”. Quizás, esta Revolución no fué tan heroica al fin y al cabo, ya que la libertad dependía del color de piel.

Índice:

  1. Introducción
  2. Motivos económicos

2.1 Exportación y esclavización

  1. Motivos ideológicos
    • Concepción del ser humano
    • Jerarquización de la sociedad
    • Antecedentes e influencias ideológicas
  2. Consecuencias y conclusión

El pensamiento e ideología que se promulgó durante la Revolución Francesa es bien conocido, las libertades inexistentes durante el período absolutista se transforman en una realidad patente durante esta revuelta popular. Los derechos, el concepto de ciudadano y sobretodo la libertad, igualdad y fraternidad, se tornaron en la bandera francesa tras el triunfo de la Revolución. Sin embargo, las ideas proclamadas por los franceses se volvieron en su contra, ya que sus colonias representaban lo contrario de las mismas. Pero, ¿qué llevó a los franceses a negar lo que ellos habían reclamado?

En este ensayo se pretende exponer la ideología, motivos y justificación que se ofrecía desde la Francia revolucionaria  para explicar la gestión de la colonia Haitiana, de marcado carácter esclavista. Así como la defensa de la libertad de los colonos y de la comunidad afroamericana por parte de algunos revolucionarios franceses. Esta cuestión, inmersa en la polémica, tiene una gran importancia, ya que la Francia revolucionaria que impulsó las libertades, los derechos y la igualdad decidió mantener la condición de esclavos a sus colonos, una intrincada cuestión a la que se intentó dar explicación en numerosas ocasiones y por parte de diversas personalidades.

El factor principal por el que se quería conservar la colonia es el económico. A finales del siglo XVIII, Haití era la colonia más rica de Francia y una de las más codiciadas del mundo. Este territorio, de aproximadamente 600.000 habitantes representaba el 40  por ciento del mercado exterior francés, además de ser el mayor productor mundial de azúcar, elaborando la mitad de consumo mundial de este producto. Existen algunos datos llamativos con respecto a la importancia de Saint Domingue en la economía francesa, para hacerse a la idea del tamaño de la producción haitiana basta con decir que esta colonia poseía 7.000 plantaciones azucareras, frente a las 500 que poseían otras colonias como Cuba, además, su nivel de exportaciones equivalía a todos los productos transportados fuera de las fronteras de Cuba, Jamaica y Brasil juntos. Por último, mencionar que tenía mayores ingresos que las 13 colonias norteamericanas juntas, lo que nos permite dilucidar la causa del interés, que los revolucionarios franceses mostraban, en conservar este territorio bajo estas condiciones de trabajos forzados. En relación con este tema, Montesquieu afirmaba que “el azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción”[1], afirmación que  también dilucida por qué se negaban los franceses a conceder libertad a la colonia. Con razón se le llamaba a esta isla “la perla de las Antillas”.

Para comprender el pensamiento que los revolucionarios franceses mantenían con respecto a las colonias, es imprescindible comprender y explicar el concepto de ser humano existente en la época. Esta percepción se puede definir como etnocéntrica, ya que con el descubrimiento de las colonias y la necesidad de mano de obra, el hombre blanco y europeo dejará de ser el único presente en los confines del continente.  Así, surgirá un debate en la sociedad colonial a cerca de qué es el Hombre, qué se puede considerar hombre y qué se puede considerar bestia.

Para las sociedades europeas del siglo XVIII, no sólo la comunidad afroamericana no estaba considerada como Hombre, como ser humano, si no que cualquier pueblo no-europeo tampoco era apreciado como tal. Se concebía a los miembros de esta comunidad étnica como sub-humanos o bestias de carga, relevándolos a un segundo plano social en el que no se permitía a ninguna sociedad no-europea ser poseedora de derechos o libertades. Además, como seres inferiores, estos pueblos también estaban condenados a servir al hombre blanco. Dentro de este colectivo, dice Mónica Espinosa Arango, el esclavo rebelde era considerado como un negro inadaptado, el adolescente como un mugriento y la mujer infanticida[2] como una anormal[3]. Sin embargo, también había colectivos como los pro-abolicionistas que, aunque nunca defendían una liberación total e inmediata de los haitianos, sí les atribuían algunas posibilidades de ser más libres, afirmando que los sub-humanos podrían alcanzar el status de hombre si se convertían en trabajadores libres insertados en un mercado laboral[4]. Así, los negros fueron catalogados como una especie inferior destinada a servir al hombre blanco, lo que originó la formación de dos categorías sociales: los sirvientes y los servidos. Fruto de esta relación de dominación comenzaron a elaborarse las primeras hipótesis científicas, que afirmaban que la graduación social tenía su origen en el grado de perfectibilidad, es decir, la dominación poseía una simple causa: que el hombre blanco era el dominante puesto que era más avanzado que el negro. Derivando así en constantes contraposiciones entre Hombre y negro en las investigaciones de muchos científicos de la época, como por ejemplo algunos estudios de Étienne Sierres, un prestigioso médico y embriólogo francés, que llegó a afirmar que los negros son primitivos porque tienen una menor distancia entre el ombligo y el pene[5]. Al margen de la comunidad científica, también importantes personalidades de la época manifestaron este pensamiento con respecto a la población colonial, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Honoré Gabriel Riquetti, conde de Mirabeau, tomando la palabra ante la petición de las colonias de tener representación en la Asamblea, afirmó: “¿Están las colonias colocando a sus negros en clase de hombre o bestias de carga?(…) les rogamos observar que, en el coteo para decidir el número de diputados a la población de Francia, no hemos tomado en consideración ni el número de nuestros caballos ni de nuestras mulas”[6].

Como consecuencia de la ya mencionada concepción de hombre, la sociedad sufrió una estratificación tomando como referencia la etnia de los individuos. Esta percepción de Hombre, cargaba sobre sus hombros todo el sistema socioeconómico del siglo XVIII, ya que afirmar que las teorías sobre Hombres y negros y sus motivos patológicos eran falsos, significaba negar el sistema mismo, una condición por la que la enriquecida sociedad europea no estaba dispuesta a pasar.

En este sentido, la sociedad fue dividida inamoviblemente en unos estratos pétreos de los que prácticamente no se podía salir. Así, el hombre blanco estaba destinado a utilizar a los seres inferiores para sus propósitos, y estos a su vez obligados a servirle. Otro argumento ofrecido para la justificación de la discriminación racial era el divino. Numerosos intelectuales de la época plantearon razonamientos en los que se cuestionaban el papel del ser humano con respecto a Dios, es decir, el rol que el ente divino le había marcado a cada uno de los miembros de su mundo. Otras teorías promulgaban razonamientos más simples (siempre ratificando el argumento divino), afirmando que los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo, si no  que eran esclavos y vagos por naturaleza, por lo tanto el papel del hombre blanco era corregir el comportamiento del esclavo, que no mostraba entusiasmo ni ganas para cumplir su objetivo divino: servir al amo. Sin embargo, hay que resaltar que esta división social, la relación superioridad-inferioridad en el ser humano, no es un objetivo en sí mismo. El origen de la esclavitud es meramente económico y no social, por lo tanto su explicación parte de un punto monetario, y no racial; es decir, la explicación de la división de la sociedad en estos estamentos surgió como consecuencia de su utilización como esclavos, y no viceversa. Algunas personalidades que han intentado razonar el origen de esta división social son  Karl von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, que afirmó que el hombre negro es “vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas”[7] o el filósofo inglés David Hume que afirmó que “el negro puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro puede hablar algunas palabras”[8], opiniones que nos pueden ayudar a comprender esta segmentación social y las razones que justificaban la esclavización.

Otro papel fundamental para asentar esta concepción desigual de la raza humana como ideología predominante en la Francia Revolucionaria lo jugaron los intelectuales de la época. Escritores y filósofos, desde la colonización habían intentado explicar la discriminación racial y la utilización de la comunidad afroamericana como mercancía. Esto provocó que a finales del siglo XVIII esta mentalidad estuviera cómodamente establecida como la dominante, si no la mentalidad unificada en el territorio nacional francés. Además, previamente a las primeras revueltas de colonos en el norte de Saint Domingue el 12 de agosto de 1791, era totalmente impensable que el hombre negro se revelara. Desde el pensamiento de los intelectuales, tanto revolucionarios franceses como otros muchos, el hombre negro, dada su condición de bestia o sub-humano, no estaba considerado como un animal político y, por lo tanto, no se concebía su organización ni sublevación hacia el régimen esclavista. En los escritos del momento, sólo se consideraba una posible revuelta de esta comunidad como consecuencia de un cambio de método, siempre de manera puntual, ya que los negros no podían ser sujetos históricos ni políticos.

Sería una praxis caótica tratar de llevar a cabo la mención de todos los autores que justifican y razonan la superioridad del hombre blanco con sus respectivas citas textuales. Nos limitaremos en este ensayo a mencionar y explicar los pensadores que más influyeron en la mentalidad de los revolucionarios franceses, dado que estos fueron quienes negaron la libertad a Haití. Además de los ya mencionados Hume, Mirabeau o Sierres, existen muchos otros autores que de una manera u otra colaboraron a la intransigencia de la Asamblea Nacional francesa, que denegó la libertad a los haitianos.

Uno de los pensadores ilustrados más reconocidos fue Voltaire, escritor, historiador, filósofo y abogado francés famoso por su crítica al judaísmo. En su obra “Diccionario filosófico”, publicada en 1764, encontramos numerosos escritos en los que el autor reafirma la inferioridad en función de la etnia: “(…) los de Kanschatka, son incluso menos avanzados que la gente de América, la mayoría negros, todos cafres, están inmersos en la misma estupidez.”(Vol.1 pág. 11)[9]. Otro autor con gran influencia sobre el pensamiento revolucionario francés será Montesquieu, quién también apoyará la clasificación de la sociedad con una relación de dominación, y escribirá en su obra “El espíritu de las leyes”, lo siguiente: “Dichos esclavos son negros de los pies a la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima.  Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro”[10]. A pesar de que prácticamente ningún intelectual influyente en el pensamiento revolucionario defendió explícitamente la libertad de los miembros de las colonias y su equidad con el hombre blanco, algunos autores sí que expresaron posiciones más tolerantes con respecto a los colonos. Un ejemplo es Jean-Jaques Rousseau, uno de los autores ilustrados más influyentes en el pensamiento de los integrantes de la Asamblea Nacional. Este filósofo, dicen los autores de “Las ideas racistas y la búsqueda de la identidad nacional mexicana”, creyó en la mejoría de las razas utilizando como herramientas el clima y la educación, haciendo así que los “salvajes” y “orangutanes” pudieran aprender a hablar[11]. Además Diderot y Ryanal, considerados unos de los ilustrados más radicales, optaron por una liberación del hombre negro de forma gradual y siempre a largo plazo. Tampoco afirmaron la igualdad del mismo con el hombre blanco, y plantearon estas hipótesis de liberación desde el mantenimiento del colonialismo[12], a pesar de incluso haber pronosticado, antes de la rebelión de esclavos en Santo Domingo, una sublevación masiva guiada por un “Espartaco negro”[13]. Por último, Immanuel Kant, un pilar fundamental de la Ilustración, también distinguiría entre blancos y negros, dividiéndolos y diferenciándolos en escritos como “A cerca de las distintas razas de los hombres” y “Determinación del concepto de raza humana”[14]. La importancia que poseen estos autores en relación con la mentalidad de los Franceses de finales del siglo XVIII es crucial, ya que fueron los instigadores de la Revolución manifestándose en contra del absolutismo monárquico mientras defendían la soberanía nacional y la división de poderes. Estos ilustrados, principalmente Rousseau, Voltaire, Hume, Diderot y Kant fueron los que determinaron los principios ideológicos por los que se lucharía en la Revolución Francesa y de los que aprenderían sus máximos representantes Robespièrre, Marat y Danton, tres piezas claves de una Asamblea Nacional que denegaría la libertad a Haití.

También es importante apreciar la reacción de la sociedad francesa frente al estallido de la Revolución Haitiana. La ideología presente en la época que llevó a Francia a negar la libertad de Haití tampoco se esfumó de un plumazo cuando surgió la Revolución en la colonia. Frente a esta sublevación los revolucionarios se mostraron escépticos, pensando que los esclavos habían sido manipulados por una conspiración elaborada por terceros. Esto se debía principalmente a que los colonos no estaban considerados como animales políticos, y por lo tanto no tenían la capacidad de aliarse para la consecución de un objetivo común, ya que el concepto de hombre se reducía únicamente al individuo blanco y europeo. Cuando comenzó la reconquista de la isla, en 1802, la victoria del ejército francés se suponía inmediata y efectiva, sin embargo no fue así y Haití declaró su independencia el 1 de enero de 1804.

El hecho de que los haitianos lograran la libertad y la independencia sorprendió a la sociedad francesa y europea, por lo inconcebible de la acción. Los colonos de Saint Domingue no sólo reivindicaban su libertad, si no que desterraban toda una posición ideológica que justificaba su esclavización. A cerca de esto, Carlos Aguirre hace una muy interesante reflexión: “los negros del nuevo mundo ponían en cuestión (…) un sistema moral y filosófico según el cual la población africana estaba condenada a servir al hombre blanco y la esclavitud negra aparecía como algo natural y sancionado por la costumbre, la ley y la religión”. La victoria de los haitianos significó el derrocamiento de la ideología que no sólo justificaba su explotación, sino que también razonaba su inferioridad.

En definitiva, toda esta ideología y su consiguiente intransigencia hacia los colonos, provocó el estallido de la Revolución de Haití protagonizada por negros y mulatos, que decidieron tomar por la fuerza lo que la Asamblea francesa les había negado. Logrando la independencia en 1803, y dejando atrás un país dañado por la guerra y con un tercio de su población fallecida. Además Haití, ya independiente, sufrió un bloqueo por parte de países como Francia o Estados Unidos: ni les compraban, ni les vendían, ni les reconocían, dado que era el primer país independiente de color.

Haití, posteriormente, destinará los escasos recursos que poseía tras la guerra al pago de la deuda francesa, unos 60 millones de marcos que Europa le impuso como castigo por haber cometido “el delito de la dignidad”[15]. También cabe señalar que los EE.UU. tras la ocupación de Haití (1915) se justificaron afirmando “que los negros eran incapaces de autogobernarse”, como aseguró William Philips, uno de los responsables de la invasión: “este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses”[16] .

Después de exponer en este ensayo todos los motivos que llevaron a la Francia revolucionaria a no querer desprenderse de la colonia de Saint Domingue, se pueden extrapolar algunas ideas básicas a cerca de esta cuestión:

En primer lugar, los motivos económicos tuvieron bastante peso en esta decisión, ya que Haití era una de las colonias más prósperas y codiciadas debido a sus plantaciones azucareras y su voluminosa exportación.

En segundo lugar, la concepción de Hombre en la época quedaba restringida únicamente al individuo blanco y europeo, calificando al resto de etnias como seres inferiores, así como el establecimiento de un orden jerárquico en función de la raza que también supuso un atenuante crucial, ya que dotaba al hombre blanco de la capacidad para esclavizar a sus inferiores.

Por último, las ideas de los autores de la Ilustración, especialmente las de los autores del país galo, que promulgaban la inferioridad del hombre negro y el derecho de los europeos a colonizarlo, también hicieron mella en el ideario de la población francesa con respecto a las colonias que el país poseía, y más concretamente a la cuestión haitiana.

Álvaro Mariscal de Gante.

Blibliografía:

  • Aguirre, Carlos. “Silencios y ecos: La historia y el legado de la abolición de la esclavitud en Haití y Perú”. Universidad de Oregón. 1993.
  • Bueno Hernández, Alfredo; Juárez Barrera, Fabiola y Pérez Malváez, Carlos. “Las ideas racistas y la búsqueda de la identidad nacional mexicana”. Facultad de Estudios Superiores de Zaragoza.
  • Espinosa Arango, Mónica L. “¿Cómo escribir una historia de la imposible? Michael-Rolph Trouillot y la interpretación de la Revolución Haitiana”. Uninorte. Barranquilla. Colombia. Número 8.
  • Geggus, David “Haitian Revolutionary Studies”. 2002
  • Losurdo, Domenico. “Contrahistoria del liberalismo”. Editorial El viejo topo. 2007.
  • Marie Arouet, François, “Voltaire”. “Diccionario filosófico”. 1764.
  • Santos Herceg, José. “Inmmanuel Kant: del racialismo al racismo. Thémata. Revista de filosofía. 2010. Número 43.

http://institucional.us.es/revistas/themata/43/22Santos.pdf

  • Wallerstein, Immanuel. “La construcción de los pueblos: racismo, nacionalismo, etnicidad”. Lepala textos. 1991.

[1] Galeano, Eduardo; “Los pecados de Haití”; Revista Brecha. 2010. Página 3.

[2] Durante la esclavitud en las colonias, numerosas mujeres decidían abortar de forma precaria o deshacerse de sus hijos debido a la condiciones de esclavitud a las que estarían sometidos, además de que no los volverían a ver y serían tratados como mercancía.

[3] Espinosa Arango, Mónica L.; “¿Cómo escribir una historia de la imposible? Michael-Rolph Trouillot y la interpretación de la Revolución Haitiana.”; Nº8. Uninorte. Barranquilla. Colombia. 2007.

[4]  Espinosa Arango, Mónica L.; “¿Cómo escribir una historia de la imposible? Michael-Rolph Trouillot y la interpretación de la Revolución Haitiana.”; Nº8. Uninorte. Barranquilla. Colombia. 2007.

[5]  Galeano, Eduardo; “Los pecados de Haití”; Revista Brecha.2010. Página 3.

[6] Aguirre, Carlos. “Silencios y ecos: la historia y el legado de la abolición de la esclavitud en Haití y Perú”. Universidad de Oregón. 1993. Página 7.

[7] Galeano, Eduardo. “Los pecados de Haití”. Revista Brecha. 2010.

[8] Galeano, Eduardo. “Los pecados de Haití”. Revista Brecha. 2010.

[9] Arouet, François Marie, “Voltaire”. “Diccionario folosófico”.1764. Volumen 1. Página 11.

[10] Galeano, Eduardo. “Los pecados de Haití”. Revista Brecha. 2010.

[11] Bueno Hernández, Alfredo; Juárez Barrera, Fabiola y Pérez Malváez, Carlos. “Las ideas racistas y la búsqueda de la identidad nacional mexicana”. Facultad de Estudios Superiores de Zaragoza. Página 1.

[12] Aguirre, Carlos. “Silencios y ecos: La historia y el legado de la abolición de la esclavitud en Haití y Perú”. Universidad de Oregón. 1993. Página 8.

[13]  Losurdo, Domenico. “Contrahistoria del liberalismo”. Editorial El viejo topo. 2007. Página 172.

[14] Santos Herceg, José. “Inmmanuel Kant: del racialismo al racismo.  Thémata. Revista de filosofía. 2010. Número 43.Página 408.

[15] Galeano, Eduardo. “Los pecados de Haití”. Revista Brecha. 2010. Página 3.

[16] Galeano, Eduardo. “Los pecados de Haití”. Revista Brecha. 2010. Página 3.

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